6:57 AM. Esa es la hora que aparece en números rojos en la pequeña pantalla del despertador de la mesilla de noche de Tomás. Desde hace semanas se despierta antes de que suene el despertador, como si un carcelero que llevase dentro le dijese :"¡Vamos arriba! ¡Que empieza un nuevo día!". Un nuevo día. ¿Y qué?. Igual que un zombi, Tomás se levanta de la cama a cámara lenta, arrastra sus pies hacia el cuarto de baño (perdiendo una zapatilla durante el trayecto) y tras una breve visita continua su penosa travesía hasta la cocina. El zombi se prepara un café y se come las últimas cinco galletas que quedaban en la caja. Después una ducha rápida. Vestirse en silencio. Coger la bolsa. Coger las llaves del coche y salir de casa dando un portazo. Y dejar la casa sumida en un sepulcral silencio teniendo la absoluta certeza de que a media tarde, cuando vuelva del trabajo, todo va a seguir absolutamente igual.
Tras veinte minutos de trayecto acompañado únicamente por la animosa voz del locutor de un programa matinal de radio cualquiera, Tomás llega al trabajo. Aparca el coche en la calle. Hoy se ha retrasado cinco minutos y le tocará andar un poco más. A medida que se acerca al edificio de oficinas donde la empresa tiene su sede Tomás se dispone a disfrutar de uno de sus pequeños placeres cotidianos: Observar como una legión de zombis que visten como él, que andan como él y seguramente viven igual que él, entran voluntariamente en esa guarida llamada "Compañía Internacional de Seguros Nuevo Día S.A.". Muchas veces se ha preguntado si debe ser normal el hecho de alegrarse por ver a decenas de personas igual de grises, frustradas y desgraciadas que él. No lo sabe ni le importa.
A medida que avanza por la oficina va murmurando una serie de "buenos días" que parecen más un monótono rezo del rosario que un deseo sincero para ese día. Finalmente llega a su cubículo. Un espacio cuadrado de dos metros por dos metros donde ha pasado una media de cincuenta horas semanales durante los últimos siete años. Cuelga su bolsa en la percha y se prepara para pasar ocho, nueve o diez horas más.
Y de repente los ve. Esos dos objetos situados sobre la mesa. Está seguro de que alguien los ha puesto allí. Ayer por la tarde cuando se marchó a casa dejó su mesa vacía. ¿Quién puede haber sido? Algo parecido a la emoción se despierta en su pecho y lo saca de su cubículo. Mira a los compañeros que tiene a su alrededor. Los zombis ya están sumidos en su rutina cotidiana. Con sus cuerpos acomodados en sus sillas y sus cabezas a saber dónde. "No puede haber sido ninguno de estos" piensa Tomás. Entra de nuevo a su cubículo y se sienta a contemplar esos dos objetos tan normales y a la vez tan extraordinarios. Se trata de una hoja de papel en blanco y un bolígrafo rojo. Primero Tomás se mantiene a una distancia prudencial de los dos objetos. Lentamente se acerca y los inspecciona cuidadosamente. Está tan concentrado que se diría que espera encontrar un código oculto, un mensaje secreto capaz de desvelar alguno de los grandes misterior de la vida. Pero no. Simplemente una hoja de papel en blanco y un bolígrafo.
Cuando el supervisor pasa por delante de Tomás se detiene y le pregunta: "¿Algún problema?". "No, ninguno" responde él. "Pues a trabajar" sentencia el supervisor y desaparece por el pasillo central de la oficina con su andar pesado y fatigoso de zombi.
Pasan las horas y Tomás no se puede concentrar. Empieza a redactar un informe y lo deja a la mitad. Abre su correo electrónico y lo cierra al instante. Hace un par de llamadas y se da cuenta de que es incapaz de recordar lo que acaba de decir. Mientras, la hoja de papel y el bolígrafo permanecen allí. En un rincón de la mesa, desafiantes, burlones.
Acaba la jornada. Lentamente los zombis salen de su guarida en procesión para volver a sus casas, con sus familias. Un día más. Un día menos. Tomás se queda un rato más a solas, observando los dos objetos. Finalmente, en un acto de valor los coge, los mete en su bolsa y sale disparado de la oficina. Llega al coche jadeando. Arranca y empieza a conducir a toda velocidad. Tiene prisa, mucha prisa por llegar a casa. Hacía años que no sentía esa mezcla de ilusión, excitación y miedo. En veinte minutos ya está aparcando el coche delante de casa. Introduce la llave en la cerradura de la puerta de su casa. Sube corriendo las escaleras que le llevan al estudio. Abre la bolsa y saca la hoja en blanco y el bolígrafo rojo. Ahora ya sabe qué tiene que hacer. No quiere perder ni un segundo más. Ha perdido mucho tiempo ya. Se sienta. Respira hondo y empieza a escribir. Empieza a escribir cómo va a ser su nueva vida a partir de mañana. Dejémosle trabajar.

Interessant entrada, bon guió per a un curtmetratge i una proposta suggerent: una fulla en blanc on tot està per escriure. I per viure. Certament escriure-ho és començar viure-ho, llavors només cal complir-ho. Difícil!
ResponderEliminarDe vegades no assolim els nostres objectius perque ni tan sols hem estat capaços de donar-los forma a la nostra ment. En aquests casos crec que escriure'ls a un paper pot ser un bon començament.
EliminarTots desitgem sortir de la zona de confort de rutines i llançar-nos al buid per una vida més plena. Però k fa k ens costi tant fer el salt?
ResponderEliminarPrecisament és el gran poder d'atracció que exerceix aquesta zona de confort sobre tots nosaltres el que ens dificulta donar el salt i fer un canvi. Recordes el que els va passar a les pobres gaseles? https://ilimitscoaching.jux.com/575536
EliminarHi jugue un gran paper les creences limitants! Són com cadenes!
ResponderEliminarEl millor que tenen les creences és que les podem transformar al nostre gust. Podem transformar una creença limitant en una creença potenciadora. "Si no tens estudis universitaris no pots aspirar a tenir una bona feina que et permeti guanyar-te bé la vida"......Vaja! Si Bill Gates, Steve Jobs i Henry Ford (entre d'altres) haguessin tingut aquesta creença el món s'hauria perdut el seu talent.
EliminarLas creencias, la familia , las "ataduras y inseguridades " de los demás, el qué dirán , el miedo..... tantas cosas
ResponderEliminarEntonces, ¿Qué grado de control ejerces sobre tu vida?, ¿Es suficiente para ti?
EliminarOstres m ha deixat de pedra es la meva realitat i suposo q la de molta gent pero q fe per cqnviar les coses??? Doncs potser si q haure d omplir el foli en blqnc
ResponderEliminarPots fer QUALSEVOL cosa per canviar les coses. "Una acció imperfecta SEMPRE és molt MILLOR que una inacció perfecta" (La frase és de Harry Truman, expresident dels EUA).
EliminarCal buscar sempre una petita excusa, un petit detall, un petit objecte que signifiqui per a nosaltres el principi d'un nou moment, d'una nova vida...sempre he pensat que en moments de avorriment, rutina, insatisfacció.... cal fer un canvi.... i JA!
ResponderEliminarEfectivament i una idea que m'agrada és que el més important no és trobar la millor opció. El més important és fer alguna cosa de forma diferent.
EliminarEscriure.
ResponderEliminarMentre ho fas el teu cervell s´activa i visualitzes el que estàs plasmant al paper, et veus , somnies...et veus fent el que desitjes i com que et veus, t´ho creus i com que tu creus....és possible.
Si. Hi ha gent que diu que no és possible assolir un objectiu si prèviament no l´has viscut ja a la teva ment. I escriure pot ser una via eficaç per aconseguir-ho.
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