46. Curso de Defensa Personal (verbal, por supuesto).

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El verano climatológico llega a su fin aunque mucho me temo que el acaloramiento que estamos viviendo desde hace una larga temporada va para largo. Me refiero a la cantidad de debates y discusiones de todo tipo en las que nos vemos implicados como ciudadanos. Los temas en cuestión son varios: El infalible fútbol, la preocupante situación económica, la caldeada política, la saturada justicia... Sin habérnoslo propuesto nos hemos convertido en fortuitos tertulianos. En ocasiones los debates los llevamos a cabo en el trabajo, en el bar, en casa, con los amigos, con la familia, cara a cara o a través de las redes sociales. Creo que el hecho de compartir, defender y debatir nuestras ideas en un hábito muy saludable. Pero ¡atención! En ocasiones nos vemos atacados intelectualmente por ejércitos de trolls babeantes que escupen fuego por sus bocas. Estos seres no quieren debatir. Buscan el ataque, el insulto y la descalificación. Y huelen la sangre como tiburones hambrientos. Los trolls adoptan múltiples apariencias por lo que en ocasiones son difíciles de identificar...hasta que abren la boca.
¿Y qué podemos hacer nosotros, pacíficos ciudadanos amantes de la conversación y el sano debate?
Debemos aprender a defendernos de los múltiples atropellos a los que nos intentan someter estos seres. Por esta razón creo que sería muy útil disponer de un Manual de Defensa Personal (verbal). Hace unos días, meditando sobre el tema, tuve la oportunidad de ver por televisión la actuación de uno de esos trolls. Se trataba de un tertuliano profesional que en medio de un acalorado debate se levantó de su silla y señalando con su amenazante dedo índice a uno de sus oponentes le gritó: " ¿¿¡¡Una gran manifestación!!?? Los nazis también eran amantes de organizar grandes manifestaciones y todos sabemos lo que sucedió después".
Tras la sorpresa inicial y desde el sosiego de mi sofá pude darme cuenta, sin alterarme ni emocionarme excesivamente, al más puro estilo zen, de cómo el susodicho trolltuliano había incurrido en una falacia de argumentación. Concretamente había incurrido en la falacia conocida como Reductio ad Hitlerum. Esta falacia (desgraciadamente muy común en estos tiempos) se basa en el siguiente razonamiento (obviamente erróneo o falaz): A los nazis (o a Hiltler) les gustaba o hacían X. Los nazis (o Hitler) eran malos. Por lo tanto: X es malo.
Supongo que a muchos de vosotros os parecerá un argumento insostenible y ridículo, pero no lo es. De hecho os invito a que prestéis atención y no tardaréis mucho en encontrar a algún troll cometiendo esta falacia. Utilizar esta falacia descalifica automáticamente a quien la usa. No obstante si os apetece, podéis refutar los argumentos del troll en cuestión con un par de observaciones que lo dejaran en evidencia ante las personas que todavía no hubiesen detectado sus sucias artimañas. Os propongo que ante un argumento como el que escuché simplemente respondáis (manteniendo vuestra corrección zen): "Hitler era vegetariano y también le gustaba la música clásica. ¿Me estás diciendo que las personas vegetarianas y los amantes de la música clásica son también seres despreciables?"
¿Os imagináis la cara que se le quedará al troll?